Cuento 1
LLa hoja que quería ser hoja
"Se había levantado esa mañana con el firme propósito de acabar algo. Quizá algo rápido que alimentase sus ganas de tener un pequeño tesoro salido de sus manos.
Echó un vistazo entre sus cosas. Parecía que el tiempo empezaba a estropearse y que alguna nube dejaba dormido el sol por unos instantes. No le importó, tenía todo el tiempo del mundo para decidir cómo regalarse unas gratas horas para sí misma.
Algo de ganchillo sería rápido . Le gustaba lucir uno de esos broches que tan de moda estaban.
Se puso a ello y sin darse cuenta, tras hacer varias pasadas con una cálida y alegre lana, una flor había brotado de sus manos.
La miró con interés y pareció no convencerle. Quizá algo simple.
Recordó entonces que en uno de sus libros había visto un broche en forma de cereza que en su día le había llamado la atención.
Rebuscó entre sus lanas y escogió un bonito verde hoja y un rojo fuego. Perfecto. Eso daría color a su otoñal chaqueta y algo de alegría para el resto del día.
Trasladó sus cachibaches ...aguja, lanas, libro y tijeras... a un lugar más soleado de la casa. La terraza que acababa de amueblar con una sencilla mesa de madera y silla a juego, le parecía el sitio más idóneo.
Por si acaso y si le daba algo frío , se llevó también una de sus pequeñas colchas para arroparse las piernas.
Cerca,junto al parque, se oían las voces de algunos chiquillos que juegueteaban con las primeras hojas recién caídas del otoño.
Empezó tejiendo una hojita. Siguió todos los pasos sin saltarse ni un solo punto del patrón.
Desde su balcón echaba fugaces miradas a los niños que ya estaban a su alcance .Uno de ellos parecía algo más distraído en sus cosas...... y eso le llamó la atención.......
De pronto, una suave ráfaga de viento, echó a volar su pequeña hoja verde, verde de lana....
Bailó con el viento. Ella quiso atraparla en un rápido movimiento pero escapó de sus manos, hasta que se posó en el suelo sobre el manto de hojas amarillas, ocres.... rojizas.
Apoyada en su barandilla, observó cómo el niño que había captado su interés, se acercaba a su hojita y la cogía entre sus pequeñas manos.
La miró, la acarició y de pronto, alzó su mirada hacia la de ella.
En un punto , en el aire, las dos se cruzaron. Ella le sonrió y él volvió a mirar su hojita , que salió de nuevo despedida hacia el suelo por un leve aliento del viento.
Sus pequeñas manos volvieron a rescatarla.
Dudó..... pensó ....... y volvió a mirarla. Ella dibujó una sonrisa de nuevo.
Con mucho cuidado , en una pequeña ramita que salía del tronco de un gran árbol cercano, la colocó dejándola sujeta por las hebras de lana.
Sus miradas volvieron a cruzarse. Él la miró fijamente y ella asintió con la cabeza.
Comprendió que aquella hojita de lana quería ser una hoja, una hoja de verdad: respirar el aire, sentirse viva y quizá en algún momento, cambiar de color y fundirse con la tierra.
La escena le pareció tan entrañable que dejó su labor y decidió escribir unas notas en su cuaderno.
Ya habría otro día para volver a retomar la flor alegre que había acabado y,quizá, prenderla de su solapa. "
Mercedes Jiménez
¿Te ha gustado mi cuento para empezar la semana ?
El lunes que viene invento otro y te lo cuento.
Ps. Ni que decir que espero respetes mi escritura y fotografía, no realizando ninguna copia para cualquier ejercicio o actividad.